Según los resultados de un reciente estudio de investigación publicado en la revista Social Influence, el uso moderado de ciertas palabras consideradas malsonantes o soeces, popularmente conocidas como “palabrotas”, hace que el discurso sea más persuasivo, sobre todo cuando se utilizan al inicio o al final del mismo.
Parece ser que una de las peores cosas a la hora de persuadir a los demás es la falta de pasión en la exposición de los argumentos, porque la otra persona seguramente piensa que no crees en lo que estás diciendo. Una de las maneras, si bien no siempre la más recomendable, de expresar pasión en lo que decimos, es utilizar alguna palabrota que otra al hablar, según recoge el estudio mencionado arriba.

No se trata de introducir palabras muy gruesas en el discurso, más bien el equivalente a un “maldita sea…” (en inglés damn it) al final de alguna frase a la que queramos imprimir una cierta fuerza discursiva. Según los investigadores, el uso de esta palabra hace que la audiencia sea más consciente de la fuerza que el orador quiere dar a esa frase, que es lo que posiblemente hace que resulte más persuasiva.
El tipo de palabra gruesa que se puede utilizar para persuadir a una audiencia depende de la audiencia y del momento. Además, hay palabras cuyo uso hace unos años era inaceptable y hoy en día resultan tolerables al oído de cualquiera, incluso si se utilizan en un ambiente relativamente formal.
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